Durante el primer taller aprendimos a estirar y drenar mediante el deslizamiento descendente, en esta segunda parte efectuaremos la presión adecuada en las líneas y puntos de la cara con la intención de tonificar, aprendiendo también nuevos deslizamientos ascendentes.
El masaje facial japonés no trata únicamente la capa superior de la epidermis como lo hacen los masajes occidentales, sino que trabaja profundamente los “tsubos” faciales ó canales energéticos del cuerpo, consiguiendo activar los nervios de esta zona y estimular el flujo de “Qi” (energía) para lograr un completo equilibrio.
El masaje facial se realiza en cara y cuello, es un masaje profundo que trabaja la musculatura subcutánea mejorando así el trasporte de sangre, eliminación de toxinas, oxigenando tejidos y estimulando la producción de colágeno y elastina, sustancia responsable de la buena calidad de la piel.
Con el lifting japonés se da forma al óvalo facial, levantando los tejidos.
En 1472 de nuestra era, la emperatriz de Japón, pedía que le practicaran este tipo de masaje, de tal manera que lo convirtió en una técnica y exclusiva para su familia. Su conocimiento ha pasado tradicionalmente de profesor a discípulo.
El kobido no está concebido sólo como un masaje de belleza, sino que está muy ligado a la idea de equilibrar las energías y por tanto para mejorar nuestra salud.